Jorge Kantor 1
En esta ocasión, Vórtice aborda las repercusiones y las expansiones producidas en el encuadre clínico por la introducción de los teléfonos móviles, mejor conocidos como “dispositivos inteligentes”.
Al final de la segunda década del siglo XXI, los smartphones han entrado a los consultorios psicoanalíticos para quedarse, incrementado el nivel de turbulencia del (ya de por sí frágil) encuadre psicoanalítico.
Inevitablemente, este artefacto nos introduce en una nueva dimensión, la que nos plantea una serie de interrogantes respecto a temas de la técnica psicoanalítica.
Por un lado, la telecomunicación online ha dado origen a la ampliación del dispositivo analítico hacia un encuadre geográficamente expandido, el así llamado ciberanálisis o teleanálisis. De esta manera, ahora se ha vuelto posible que la persona en análisis y el analista puedan encontrarse aunque no estén en el mismo espacio físico.
Paralelamente, durante las sesiones de siempre, el equipo telefónico ha adquirido una importancia singular al dar acceso a canales de información (visuales y auditivos) como nunca antes fuera posible. En consecuencia, cada vez son más las personas que cuando se psicoanalizan comparten imágenes y sonidos con el analista.
Dada su actualidad e importancia, les hemos pedido a ocho psicoanalistas de nuestra región que reflexionaran sobre el impacto de este instrumento tecnológico en las sesiones psicoanalíticas.
Gabriela Salazar Canelos (Quito), analista formada en el Instituto Latinomericano de Psicoanálisis (ILaP), expone su experiencia como analista formada en la modalidad del ciberanálisis. Nos propone una analogía del análisis a distancia con la ópera, dada la naturaleza cambiante de escenarios y de ritmos, de tal modo que recién “al final de la ópera, uno alcanza a comprender cómo cada parte se corresponde con un todo, aunque hasta no llegar al final sea difícil tolerar adónde nos conduce el compositor”.
Ricardo Carlino (Buenos Aires sostiene que el ciberanálisis es capaz de crear una “situación analítica” adecuada para un tratamiento psicoanalítico, a pesar de sus particularidades. Señala, asimismo, la necesidad de incluir en los seminarios de formación de los institutos la enseñanza del ciberanálisis, así como instruir a nuestros colegas en la materia.
Marie France Brunet (Santiago) llama la atención sobre la necesidad de pensar la clínica a la luz del uso de smartphnes y del ciberanálisis, trayendo algunas pinceladas de su propia consulta. Alerta sobre no caer en un pragmatismo ciego, ya que considera que el uso de esta tecnología debe ser solo parcial o temporal.
Fabio Eslava (Bogotá) propone conservar una actitud analítica de búsqueda de la comprensión de significados más allá de la presión cultural que conduce a la acción y la satisfacción inmediata, analizar de modo sustancial cada circunstancia en la que interviene esta tecnología, en lugar de asumirla y pasar por alto su significación. Silvana Rea (San Pablo) contextualiza y problematiza la relación entre la tecnología y la subjetividad en la sociedad contemporánea y en la clínica, el análisis del silencio y de las nuevas formas de experimentarlo en la virtualidad que el ciberanálisis nos trae. Destaca una problemática global, utilizando herramientas filosóficas para arribar a la complejidad de la clínica actual.
Marga Stahr (Lima) alerta sobre la necesidad de pensar el lugar que debe dársele a la tecnología en el encuadre interno del analista contemporáneo. Ilustra con una viñeta, en la que da cuenta del impacto de una “prueba de realidad” aportada gracias a un dispositivo inteligente.
Rossana Nicoliello (Minas Gerais) nos advierte sobre la importancia de entender las diferencias entre el ciberanálisis y el análisis presencial. Aunque nos recuerda que el diálogo entre Freud y Fliess que dio inicio al psicoanálisis fue una comunicación a distancia, piensa que sería como comparar un encuentro amoroso real con uno virtual, en el que “la corporeidad de la pareja sea sustituida por el simulacro de las imágenes plasmadas en la pantalla de los dispositivos”.
Cláudia Carneiro (Brasilia) señala que es inevitable, en un mundo de rápidas transformaciones tecnológicas y socioculturales, la edificación del encuadre en un ambiente virtual. Encuentra más similitudes que diferencias entre el análisis tradicional y el ciberanálisis, Aunque considera que es necesario que la pareja analítica haya tenido una experiencia presencial que les permita continuar la experiencia de modo online.
Vórtice espera aportar algo de estabilidad en esta vorágine cibernética que ha venido a remecer aun más el liviano tejido del encuadre psicoanalítico.
Adquiera la revista para acceder al artículo completo y demás contenidos.
Notas
↑1 | Sociedad Peruana de Psicoanálisis |
---|